Habrá que bajarlo del pedestal que nos empeñamos en sostenerlo. José Francisco de San Martín fue un revolucionario. Dejó su carrera en España para venir a poner su sable al servicio de la revolución. Creó y le dio su impronta al Regimiento de Granaderos Caballos, disciplinados, obedientes y con una férrea voluntad de dar la vida por la libertad de América tuvo en San Lorenzo su bautismo de fuego. Pero ello está en los anales de la historia. No intervino en componedas políticas, cuando se le pidió que dejara la preparación del Ejercito de los Andes para venir a sofocar las guerras intestinas con los caudillos del interior, se opuso. Su horizonte, era la libertad de los pueblos de América. Su influencia epistolar con El General Belgrano tuvo su corolario con la declaración de la Independencia. “Seamos Libres, lo demás, no importa nada”. Su epopeya que pusiera el grito de libertad en Chile para luego dirigirse al Perú y liberarlo no tenía otra intención que forjar la libertad de los pueblos de américa, no anexó territorio, no saqueó pueblo alguno. El Protector del Perú, honor que no buscó, selló su destino con el encuentro que en Guayaquil sostuvo con el Libertador Simón Bolivar. Sin apoyo de la Junta de Gobierno, decidió emigrar. Y Dejó para Bolivar la tarea de concluir con la expulsión de los españoles de la américa morena. Habrá que bajarlo del púlpito en que nos hemos empeñado en sostenerlo, bajarlo, para que comience a pensarse un país posible. Profundamente humano, pero implacable es sus ideas y voluntad, debiéramos hoy bucear en la historia para con su ejemplo y principios demos forma al país que queremos y deseamos. Libre, justo soberanamente independientes, ese sería el justo homenaje que, como nación pondría al General San Martín del pedestal que no debiera bajar.
Prensa ATE Santa Cruz
